Hoy, la claridad dejó transparente la mañana,
y de su luz el cristal fue un reflejo de colores.
Por la ventana dibujó el arbusto sus capullos,
y de sus ramas huyeron las sombras asustadas.
El aire se volvió acuoso, líquido, y...
un vapor blanco de rocío empañó la madrugada.
En la estancia la luz fue alargando su silueta,
y el agua empapó de vida los rincones;
para que el calor del sol llenara sus alforjas,
el alma abrió de par en par todas sus puertas.
A lo lejos, un chisporroteo multicolor
asomaba por la infinitud sus luces.
En el horizonte amanecía
¡Simplemente!
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