El cielo ha extendido el mantel de la melancolía,
dándole vueltas al paraguas,
como si fuera un remolino,
y se ha puesto a llorar, como un niño,
en silencio.
¡Hace tanto frío!
La ansiedad ha empezado a brillar,
diáfana, sin arrancar palabra,
y la tristeza me ha tomado de su brazo,
fundiéndome en su silueta.
Es lo único que de claro luce en la mañana
y aún así, todo sigue oscuro,
como un secreto.
¡Tengo tanto frío!
Sin embargo, un hilillo de plata se desliza,
como arañando el día ¿Una llamada?
Todo sigue bajo la misma sombra,
sin decidir nada,
ni la brisa mueve una nube
¡Y cuánto viento frío!
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