lunes, 28 de junio de 2010

Con tus versos entre mis manos





Esta tarde, me he quedado leyendo tus versos en el jardín.

El viento se hacia brisa,

para no molestar a la melancolía

y, en su desliz, la felicidad

buscaba un lugar para sosegarse

y hacerse lumbre con la tarde.


Permíteme decirte que, en mi jardín

se inflamaron de celos todas las flores,

fruto, probablemente, de mi embeleso.


Y, como un ruego,

volvió el amor con ganas,

con esa carga de pasión insensata,

como brota la magnolia en el patio de mi casa,

de repente,

como un lujo,

como una catarata,

como fluyen los hilillos de agua

en el manantial y en la fuente.


Y llegó la noche,

con sus ojos nublados,

sorda , como la nieve,

y me envolvió toda

con tus versos entre mis manos.






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