Allá, en la inmensidad del cielo
en la lejana distancia
atraída por el fulgor
de los ojos de un poeta
una pequeña estrella
quiso acortar la distancia
y un destello caprichoso
prendió en su corazón la llama.
Sus hermanas las estrellas
no paran de reprocharle
que ¡cómo la más pequeña
y la que menos relumbra
haya pretendido mirar
a los ojos de un poeta!
La estrellita enamorada
ya no escucha a sus hermanas
porque su alma quedó
prendida de esa mirada.
Refulgente, de luz llena
rutilante se pasea,
sintiéndose la más brillante
del universo de estrellas.
Cuando la noche se acuesta
para anunciar la mañana,
temerosa y asustada
por entre la luz del alba,
dicen que del sol se esconde
por miedo a que se le apague
el brillo de esa mirada.
Impaciente y rezagada
hasta que la luna avanza
por entre el prado y el río,
por entre el rocío y la escarcha,
de sueños acurrucada,
espera para llenarse
con la luz de esa mirada.
¡Amante de una estrella!
No hay comentarios:
Publicar un comentario