Tengo un bombín
de ocasión,
una pregunta cultivada,
y una queja implantada
en el diálogo sabroso.
Tengo, amor mío,
un verbo caliginoso,
apetitoso y desbordado,
envejecido de otoños
que cierro al caer las hojas.
Tengo cambios y cosas,
que el corazón me tantea,
y una verdad, verdadera,
que disipa todas las penas,
trajinando días y horas.
Tengo reunido en el aire,
flotando, un sentimiento,
que vigila, cauteloso,
por dónde viene el peligro,
y hacia dónde va el barranco.
Tengo, sin que nadie lo sepa,
un cuidado paisaje,
misteriosamente guardado;
una vera embrujadora,
en una ensenada deshabitada.
Tengo, amor mío,
sin que lo sepas, un paraíso;
la espesura de la selva
de un poeta; canéforas en verso,
y en los ojos un poema:
¡El tuyo!
Y yo tengo el placer de leer este poema tan rítmico, fresco y vitaminado.
ResponderEliminarBesos