Desde esta fronda impenetrable,
desde este vulgar tropiezo en el camino
locutorio mudo e insondable...
Desde el saber y no saber,
dónde encontrar asiento en el destino.
Llegan mensajes tan inexorables,
duros, ciertos, otrora peregrinos.
Recados, recuerdos... ¡Desatinos!
Y olores de nostalgias agradables
Aromas, vapores y sonidos
Músicas, danzas, y otras lágrimas
que se resisten a encontrar el nido.
Es medianoche, con su luna y sus migrañas...
Hay siempre gente malhadada,
que le gustaría tener poder sobre mi espíritu
pero, por suerte, está siempre malograda
¡Al peral nunca le brotaron racimos de uva!
Hoy, mi elfo está disperso
con la atención perdida,
y sin medir la métrica y la rima.
En el corazón del bosque, allá donde se esconde el tesoro de los cuentos, que no es otro, sino nuestro corazón perdido, que vamos buscando como locos, y está precisamente al lado nuestro.
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