Y venceremos
generación tras generación
a golpe de palabras
combatiendo
con nuestras tachuelas gastadas
de tanto caminar
el garfio de la ambición
y su espiral de muerte
Absorbiendo
hasta la última gota
el rocío del amanecer
que sabe a lluvia de victoria
cerrando el inventario a tanto dolor humano
paladeando las mieles de la única utopía posible:
convivir en paz en el imperio de la razón
Y venceremos.
generación tras generación
a golpe de palabras
combatiendo
con nuestras tachuelas gastadas
de tanto caminar
el garfio de la ambición
y su espiral de muerte
Absorbiendo
hasta la última gota
el rocío del amanecer
que sabe a lluvia de victoria
cerrando el inventario a tanto dolor humano
paladeando las mieles de la única utopía posible:
convivir en paz en el imperio de la razón
Y venceremos.
"A golpe de palabras"
ResponderEliminar¿Es posible la victoria sin ribales, sin enemigos humillados? ¡Por consenso! Nadie es amigo de contiendas. A todos nos intimida la presunción de los vencedores, su marcialidad, su arrogancia. En este mundo de dualidades y confrontaciones sustanciales quedarse al margen tal vez sea una negación, un pecado por llamarlo de alguna manera. ¿O acaso es la misma cobardía la que nos lleva a expresarnos, a escaparnos por delante con tal alienado purismo, más cercano a la hipocresía y a la insensatez, que a la naturaleza propia de las cosas. Estoy contigo, y a mi manera resuelvo mis dudas, y me aferro a la única victoria que me pone, la que nace de la palabra, la razón, sin olvidar al sufrido corazón, nuestra parte más sensible y vulnerable.
La razón cuando nace del corazón, mi querido Juan, no tiene que pedir perdón, porque se impone por naturaleza, sin matar, ni humillar. Como lo expresaba en verso el gran Poeta de Castilla: hay que poner en armonía el corazón y la razón, el resto viene por añadidura. La rivalidad nunca aportó nada bueno, porque nadie es más que nadie, ni menos tampoco. Todos somos artesanos, albañiles, constructores, unas veces maestros y otras alumnos. Y todos tenemos un corazón que late sentimientos. La hipocresía en cambio siempre quiere destacarse para salir de su insignificancia, siempre tan mediocre ¡qué le vamos a hacer! Luz y paciencia.
ResponderEliminarGracias por pasar, Juan, y dejar esta enorme reflexión.
Un fuertísimo abrazo.
Escribí rivales con b, no por atenuar su pronunciación, escondiendo sus dientes. Simplemente me equivoqué. Y no quiero que mi mala ortografía emborrone tu página.
ResponderEliminarjajajajaja... ¡qué tonterías dices, Juan! No eres perfecto, pero eres un buen escritor y mejor amigo. A ver si me invitas a conocer la huerta y el laboratorio donde cocinas esos guisos que publica Blao. La b y la v están pegadas, y ya estamos algo viejos ¿ o no? ¡dime que no, dime que no...!
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