El poema de amor somos nosotros

Si a vivir me enseñaron tus palabras
en el diáfano azul que el cielo pinta
A morir me invitaron con su ausencia
esperándote, Amor, las madrugadas.

Si a soñar, dulcemente, con tus letras,
me invitabas, dibujándome tu verso,
lentamente se durmieron en mis venas
aquellas palabras y todas las auroras.

Si a adorarte, amor, en tu regazo
me enseñaste con tus rimas el secreto,
al sentirte palpitar, envuelto en gozo,
nuestras almas de ternura se encendieron.

Alumbrando el milagro de la noche
las palabras se agitaron con mis besos,
y la carne estalló en su locura
¡Me engañaste, poeta, con tus versos!
El poema de amor somos nosotros

Tiene Cuba en su cantar...

Tiene Cuba en su cantar
una jaula de palmeras,
un corazón de palomas,
un son plateado de luna.
Calor, color y contento
y una cuna vestida de verde
que mece el mar al soñar.

Tiene Cuba en su cantar
un sol que lame su sierpe,
un delirio de nostalgias,
un susurro de boleros,
una noche que palpita
y una aurora que derrama
sonrisas de amor al mar.

Tiene Cuba en su cantar,
abierta en su soledad,
una grieta de poemas,
una lluvia libre de versos...
¡Un clamor hecho canción
de Cultura y Dignidad!

¡Para ti, poeta!

Por cada pulsión que mana
del verbo de tus versos
laten en mi corazón dos besos:
Uno, se escapa por mis pupilas,
para bailar con ellos;
el otro, más revoltoso,
busca humedecer tus labios
desafiando al viento.

¡Déjame acariciar tus manos, poeta!
¡Sí, esas...! Las que escriben versos,
y aproximar mis labios a tus dedos...
¡Para jugar con ellos!

Abrir las palmas de tus manos
¡como si fuera el cielo!
Y entre los surcos que la vida deja
depositar el latido de un beso.

Campanas de silencio

Me gusta ese silencio
del tiempo cuando pasa
del viento cuando abraza
las hojas y las ramas
del río cuando arrastra
rumores en su canto
del agua cuando envuelve
la vida entre sus olas.

Me gusta tu silencio
porque es luz y es aurora
Y sueño cuando vibran
tus labios y tu risa
y tintinean palabras
como si fueran campanas
¡Alegres, llamadoras!
Al gran jardín de versos
que en silencio florece.

En el mirador del tiempo

La luz, lisonjera,
colmó de resplandor el cielo,
y una tarde, zalamera,
fue dejando acariciarse por el viento.
Enredándose en sus cepas,
fueron tropezando ensueños.

Ya la tarde se despide,
por entre un mar agitado...

Una noche, misteriosa y oscura,
despliega su túnica, altanera.
En el mirador del tiempo,
entre lapsos y silencios,
duerme el amor su sueño.

Y por fortuna llueve...

El escozor humano del poeta es lo que nos salva ¡Nada más y nada menos! Para que no se nos muera el verso en el equívoco de un público profano. Y por fortuna llueve, una ducha de versos, desnuda, se desboca, en defensa de anhelos, casi enloquecida, tan humana, tan viva como el día, tan suelta, libre y desprendida, como una amapola, acostumbrada, sin ceder en nada, a cimbrarse ante la fuerza montaraz del viento, para continuar con su dignidad erguida, salpicando de color el pecho de la tierra.

"Y las palabras caían..."

"como cuentas de cristal, como agua..."

(Maria Zambrano *)

Somos agua y pensamiento,

Fluidos que se diluyen...

El agua calando tierra,

La raíz hincando dientes

Y el pensamiento aventando

Las semillas en el viento.

Somos agua y pensamiento,

Fluidos que se diluyen,

En la espuma de la vida

Y en el pretil de los tiempos

"El agua más líquida contra la piedra más pétrea del planeta”(*)