miércoles, 11 de agosto de 2010

¡Para ti, poeta!



Por cada pulsión que mana
del verbo de tus versos
laten en mi corazón dos besos:
Uno, se escapa por mis pupilas,
para bailar con ellos;
el otro, más revoltoso,
busca humedecer tus labios
desafiando al viento.

¡Déjame acariciar tus manos, poeta!
¡Sí, esas...! Las que escriben versos,
y aproximar mis labios a tus dedos...
¡Para jugar con ellos!

Abrir las palmas de tus manos
¡como si fuera el cielo!
Y entre los surcos que la vida deja
depositar el latido de un beso.

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